Nació en Viena en 1797 y falleció en Viena en 1828, Schubert se dedico a su trabajo artístico en un medio casi asfixiado por la presencia de músicos de la talla de Beethoven , de literarios como Goethe, y de políticos como Napoleón ; pero con toda la modestia que lo caracterizaba estuvo a la altura de ellos .

 

 

Vino al mundo el 31 de enero de 1797. Sus padres fueron, él, un campesino promovido a profesor de escuela, y ella una cocinera. Recibió una educación esmerada, en la medida en que lo permitían los recursos familiares, y a los 8 años de edad ya asombraba a su profesor de música con sus aptitudes naturales. En 1808, después de pasar fácilmente un riguroso examen, ingresó al coro de la capilla imperial y a un colegio al que solo podían acceder los cantores de la corte. Allí sufrió penalidades, pero también aprendió mucho. Por esa época comenzó a componer. Los años de 1812 a 1813 estuvieron llenos de acontecimientos importantes: su madre murió, y su progenitor, por otra parte, le exigía que se hiciera docente. En tanto Franz salía reprobado en casi todas las materias, a excepción de la música; en este terreno se había destacado mucho, y ya estaba recibiendo clases de quien fue alguna vez profesor de Beethoven, Antonio Salieri.

 

 

Finalmente, Franz cedió a las instancias de su padre y se dedicó al magisterio. Después de esto se ausentó de Viena para enseñar música en casa del conde de Esterhazy; allí contrajo la sífilis. De regreso a Viena en 1818, tuvo nuevas diferencias con su padre y afronto dificultades económicas, a pesar de encontrarse en plena madurez artística. A finales de 1822 empezó a trabajar en su “inconclusa “. Un año después estuvo gravemente enfermo y comenzaron los tiempos realmente difíciles para el compositor: se le cerraban todas las puertas, y los editores le pagaban honorarios de hambre. Con excepción de algunas breves excursiones, Schubert permaneció siempre en Viena, tratando infatigablemente de imponerse al medio. No lo logró. Con el organismo completamente minado cayó víctima de una tifoidea, tan maligna que murió casi en la más triste soledad el 19 de noviembre de 1828 a los 31 años de edad.